19 de junio de 2013

Reflexiones sobre Dios vuelve en una Harley

En mi búsqueda personal por sentirme mejor conmigo misma me he topado con varios libros interesantes que uno a uno me han ido dejando mensajes de vida específicos.

Me refiero a que es difícil leer un libro y grabarse todos los mensajes y las interpretaciones que hacemos sobre el mismo, claro que uno se queda con la idea general y con partes que nos marcan, pero en lo personal últimamente me doy por servida por lo menos obtener de cada lectura un mensaje práctico para mi vida, con uno solo me doy por servida.
Eso es lo que me pasó con el libro “Dios vuelve en una Harley” de Joan Brady, es un pequeño libro que abarca un tema importante en la vida: ¡VIVIRLA! Y es que con el puro titulo uno pudiera pensar que habla sobre religión o de motos.
Les platico un poco sobre el libro, resulta que la protagonista, Christine, dejó su natal Nueva Jersey para irse durante 7 años a la popular Costa Oeste de Estados Unidos, como todos los que alguna vez nos hemos ido de casa sabemos, a Christine le llegó el día en que sintió esa gran necesidad de volver al lugar que la vio nacer y en donde había pasado su infancia y adolescencia, a pesar que el motivo por el que se fue, seguía siendo el mismo por el que no quería volver, ella volvió.
Se estarán preguntando ¿Cuál fue ese motivo?, pues les platico que tiene nombre y apellido: Michael Stein. El hombre que le había roto el corazón a tal grado que ella tuvo que cambiar toda su vida para intentar superarlo, sin más rodeos les voy a resumir la historia para que podamos pasar a la reflexión de una de las muchas moralejas que contiene este libro.
A su regreso a Nueva Jersey, ella se vuelve a topar con Michael, quien ya estaba casado e incluso tenía dos hijos, la razón por la que la había dejado era que no quería casarse, en fin es una historia típica de una mujer en sus 30s a quien le rompen el corazón, la misma persona una y otra vez a pesar del tiempo. Más tarde, Christine conoce a un tipo dueño de una Harley, quien tiene como tarea enseñarle a VIVIR.
Si quieren saber más a fondo la historia, se los recomiendo, hay que leerlo. Yo ya no les cuento más sobre el libro, les platico sobre la moraleja que en lo personal me marco y es esta:
“Las cosas llegan cuando estás preparado para recibirlas”
Aunque se podría pensar que el libro trata sobre encontrar a la pareja adecuada, la moraleja principal de cada página la búsqueda de la paz interior y sobre todo el amor a uno mismo. Cuando aprendemos a querernos a nosotros mismos, las cosas buenas también empiezan a pasar por añadidura y no quiero decir que de un día a otro todos tus problemas y frustraciones desaparecen, sino que al quererte y valorarte a ti mismo, tu visión del mundo y de tu día a día también cambia y cambia para bien.
Creo que la vida es demasiado corta y pasa demasiado rápido, esa reflexión no es nada nueva para ninguno de los que estemos vivos, sin embargo conforme crecemos somos más conscientes o al menos deberíamos ser más conscientes de las cosas en la vida que de verdad importan y cuando nos sintamos frustrados por algún motivo pensemos “las cosas llegan cuando estás preparado para recibirlas” y una vez que las recibamos las sepamos ver y valorar.
Nuestra protagonista esperaba con ansia encontrar el amor, lo había buscado tanto que se había olvidado de encontrarse a sí misma, ella no sabía quién era, que quería, qué la hacía feliz en la vida. Era incapaz de reconocer sus propios talentos y se enfocaba en los talentos de los demás que ella no tenía, el libro aunque es corto describe como poco a poco su guía (en este caso su Dios, representado por un bello hombre, que además tenía una HARLEY!!!!) la fue ayudando a amarse y a disfrutar la vida, cuando ella es consciente de sus talentos y de su valor por el simple hecho de SER, entonces ese día logra ser feliz.
A mi punto de vista, ser feliz es dejar fluir la vida misma, disfrutar el momento, valorar lo que tenemos empezando por nuestro cuerpo, nuestra alma, nuestra familia, nuestra libertad, nuestros sentidos. Ser conscientes de lo pasajera que es la vida e intentar vivirla al máximo, saber ser pacientes y esperar. No aferrarnos a las cosas materiales, no aferrarnos a las personas, no aferrarnos a los planes. Ser feliz es saber adaptarnos a las circunstancias (sin caer en la mediocridad claro está) pero estando conscientes de la temporalidad de nuestra vida, y de que la trascendencia del ser humano no está en sus bienes, pero si en sus acciones.

1 comentario: