Así van pasando los años, cuando menos te das
cuenta ya estás por cumplir treinta años y descubres que ya hay material
suficiente para hacer un recuento de tu vida, descubres que ya tienes más de
1000 conocidos y que ya pasaron 20 años desde que conociste a ese o esa que
sueles llamar "mejor amigo", descubres que no estás casada y con tres
hijos, haciendo el rol de perfecta ama de casa, como decía en sus predicciones
tu profesor de biología de primero de secundaria, al que solían llamar
"tomatin" o “Pimentel”, descubres que no te hiciste astronauta y que
no has descubierto la cura para el cáncer.
Descubres que eres tan frágil que esos treinta
años que has vivido han sido una bendición, considerando que las probabilidades
de que nos caiga un rayo o se mueva la tierra y destruya todo son cada día más
probables.
Descubres que debiste haber dado más besos, que
debiste haberte enamorado más veces, que debiste haber llorado un poquito más
cuando te rompieron el corazón y que debiste haber pedido disculpas sinceras
cuando tú rompiste algunos.
Descubres que no valoraste a aquella persona que
te dio afecto, siempre pensaste que era algo que merecías, hasta ese momento en
que ya no lo o la tuviste cerca para apoyarte cuando mas triste estabas.
Descubres que te cae mejor comer pescado que
carnes rojas y que la mayonesa no sabe tan mal como pensabas, que no toda la
gente es sincera, pero que por unos cuantos vale la pena creer. Que la soledad
no es tan mala, pero que se pasa mejor con compañía, no es lo mismo estar solo
sin nadie que acompañado, la soledad acompañados se vuelve un poquito más
dulce.
Descubriste que tu supuesta fobia a los temblores
no era una fobia, sino solo un miedo a la poca respuesta de tu instinto de
supervivencia, que tu miedo a volar es menor a tu miedo a no volver a hacerlo
nunca.
Que el dolor, así como la felicidad son
sentimientos que se pasan, pero que si los revives en tu memoria son capaces de
volver hacer feliz tan triste o contenta como en el momento que lo viviste, por
eso aprendiste que los tristezas se deben olvidar, pero los momentos felices se
deben guardar en la gaveta de la memoria el mayor tiempo que se pueda, que
debes seguir retratando los momentos felices, que cada vivencia te ha hecho lo
que hoy eres y que nunca estarás sola porque siempre te tendrás a ti mismo.
Descubres que la vida se pasa tan rápido que nos
da poco tiempo para darnos cuenta de que ya no somos bebes, sino niños, que ya
no somos niños sino adolecentes, que ya no somos adolecentes sino adultos, que
ya no somos adultos sino ancianos, que cuando somos ancianos volvemos a ser
niños y después volvemos a la inconsciencia hasta que cerramos los ojos.
Descubres que tu familia es el regalo que la vida y Dios te dio para asegurarte que nunca estarias solo aun estando solo.
Descubres que debiste haberle dado menos
importancia a todo aquello que te hacia sufrir, que debiste haberte alejado a
tiempo de las personas que te hacían daño, que debiste haber sido menos
competitivo y mas proactivo contigo mismo, que debiste haber viajado mas, que
debiste haber amado mas, que debiste haber convivido mas con tus padres,
hermanos y abuelos, que debiste haber tenido más mascotas, que debiste haber
tenido más sueños, que debiste haberte subido a mas montañas rusas y haberte
aventado de un paracaídas, que debiste haber aprendido a cocinar tu postre
favorito, que debiste haber perdonado cuando se atrevieron a pedirte disculpas,
que debiste haber seguido algún culto y voltear mas al cielo en las noches, que
debiste haber mentido menos, sobre todo a ti mismo, que debiste haber dicho
menos y actuado mas.